
Déjenme decirles una cosa amigos, la vida no es fácil para nadie, ni para mí, ni para ti, ni para el vecino, pero lo bonito de la vida es precisamente que no lo sea. Qué aburrido sería un juego en el que uno siempre gana con facilidad, porque no tendría sabor, no tendría chiste. La agilidad, la astucia, la estrategia con la que sorteas a los adversarios es lo que hace que la victoria sea más dulce.
La vida te reparte unas cartas y tú decides cómo jugarlas, te arriesgas a ganar o perder, obviamente, pero cuando decides abandonar el juego ya perdiste, porque no te queda más que sentarte a esperar a que otros terminen de jugar y yo mis amigos, no soy de esos, yo nunca abandono nada, yo juego hasta que me quede sin fichas, porque abandonar un juego cuando se está ganando, es de locos.